El estructuralismo. John Sturrock

14 Mar

 

John Sturrock. Structuralism. Oxford: Blackwell, 2003.

Salvador Velasco Ríos

Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

 

            En este libro, John Sturrock nos lleva de la mano por una de las corrientes de pensamiento más prolíficas del siglo XX, el estructuralismo. El texto propone el estudio del estructuralismo dentro de las disciplinas que más han desarrollado y se han visto influenciadas por este: la lingüística, las ciencias sociales, la semiótica y la literatura; y cierra con un capítulo enteramente dedicado al post-estructuralismo. El trabajo de Sturrock es sin duda brillante, pues en realidad logra develar satisfactoriamente una estructura del estructuralismo identificable en cada una de las disciplinas anteriormente enlistadas; en otras palabras, el libro es un estudio del estructuralismo tanto sincrónico (¿cómo se desenvuelve y relaciona el estructuralismo con contexto?), como diacrónico (la evolución temporal y consecuencial del estructuralismo). Por todo lo anterior, considero el título del libro doblemente apropiado, porque aparte de identificar la historia del estructuralismo, hace un estudio estructural del mismo.

            El estructuralismo y el lenguaje es el primer tema abordado por el autor. Dentro de la tradición de la lingüística estructuralista se inscriben las escuelas Europea y Americana; de la escuela Europea, Ferdinand de Saussure es sin duda el padre, también lo es del estructuralismo. Saussure vio por primera vez al lenguaje como una estructura; diferenció la langue y la parole. La langue representa la estructura del lenguaje, misma que define como su objeto de estudio, mientras que la parole representa los actos concretos de comunicación, que por ser actos subjetivos y únicos no son de interés para su propuesta. Otra de las grandes aportaciones del padre de la lingüística es la división del estudio de la lengua en sincrónico y diacrónico; el sincrónico, que es el que interesa a Sussure, estudia a la lengua en dimensiones espaciales, en un momento temporal determinado, y el diacrónico estudia a la lengua en dimensiones temporales. Sin embargo, la aportación más sobresaliente e influyente de Saussure fue en el tema del signo lingüístico: Sussure afirmaba que este era un hecho mental y que constaba de dos partes, el significante y el significado, o la expresión y el contenido. Entre los varios atributos del signo lingüístico, Saussure destaca el de la arbitrariedad como fundamental, que en pocas palabras dice: ningún significante corresponde axiomáticamente a su significado.

            Leonard Bloomfield es uno de los primeros lingüistas estadounidenses, y a diferencia de Saussure, decidió abordar el estudio de la lengua en oraciones (no en palabras), marcando así el modelo de análisis sintáctico que ha de seguir la lingüística Americana a lo largo del siglo XX. Sin embargo, Sturrock nos refiere que los trabajos de Bloomfield son meramente normativos y estadísticos, más comprometidos con la gramática. Noam Chomsky, otro de los nombres que figuran entre los lingüistas norteamericanos importantes, reconoce la constante dinámica del lenguaje, cómo momento a momento se renueva y reconstruye; además asevera que todo el pensamiento se sustenta en el lenguaje, en contra de lo que la lingüística americana había acordado.

            El trabajo de Sturrock continúa describiendo las aportaciones de Roman Jakobson, Trubetskoy y el círculo de Praga a la lingüística, mismos que se muestran de capital importancia para el desarrollo del estructuralismo. Los miembros del círculo de Praga no sólo establecieron la diferencia entre la fonética y la fonología, sino que sugirieron implementar un sistema de relaciones (de semejanza y diferencia) entre los elementos fonéticos, para así lograr un estudio fonológico de cualquier lengua.

            En las ciencias sociales el estructuralismo vio frutos en los trabajos de Husserl y Heidegger sobre fenomenología; la fenomenología propone, en filosofía, no dividir el sujeto y el objeto, sino verlos como un todo, siempre bajo la premisa de que: “consciousness is always consciousness of something”. La psicología Gestalt es otra de las grandes ramas de pensamiento del Siglo XX influenciadas por -e influyentes en- el estructuralismo, pues en contra de la psicología conductista que creía que el comportamiento era un simple proceso de estímulo y reacción, declara que los estímulos afectan al sistema completo y que la reacción será, no local, sino general y sistemática.

            Sin embargo, es el antropólogo Claude Levi-Strauss quien lleva el estructuralismo con más énfasis al estudio de la cultura. El antropólogo diferencia la naturaleza de la cultura, y dice que todo lo relacionado con lo segundo pertenece al campo de la interpretación, por lo tanto es simbólico. Dice también que no se debe estudiar ninguna forma cultural si no es inserta en su contexto o estructura. La más sonada aportación de Levi-Strauss al estructuralismo es la división del mito en mitemas y su organización en pares de diferencias. Por su parte, Michel Foucault propone hacer de la historiografía una ciencia independiente del estructuralismo, pues para él la historia estructural no le debe nada a la lingüística estructural; el estructuralismo para él se desarrolla independientemente dentro de la historia.

            Sturrock continúa su viaje por el estructuralismo en el reino de la semiótica, revelándonos que aunque Saussure presta atención sólo al estudio del lenguaje, está consciente que el estudio de los signos no es exclusivamente lingüístico. C. S. Pierce es considerado el padre de la semiótica estructural, y concuerda con Saussure en que todos los signos son convencionales, pero no todos tienen el mismo nivel de arbitrariedad, por lo que divide a los signos en íconos, índices y símbolos; también introduce la noción de interpretant que es la respuesta que se obtiene de un signo en particular. Por su parte, Louis Hjemslev ahonda en el estudio del signo lingüístico de Saussure y propone nuevas dimensiones para el mismo, diciendo que el plano del contenido y de la expresión tienen cada uno una sustancia de la cual extraen sus formas definidas; también intrudujo las nociones de denotación y connotación.

            El psicoanálisis es otra de aquellas disciplinas del siglo XX que se retroalimentaron del estructuralismo, pues se vale de la interpretación de signos en relación con un cierto sistema psíquico. También ordena eventos en relación a una estructura especifica que tiene como elementos el yo,  el ello y el super yo. Más adelante Lacan afirmará y estudiará más a fondo las bases lingüísticas del psicoanálisis.

            Sturrock relata que, por el lado de la literatura, los primeros esfuerzos formalistas se vieron reflejados en el Formalismo Ruso, cuya finalidad se puede puntualizar con las palabras enunciadas por Eichenbaum: “What does characterize us is the endeavour to create an autonomus discipline of literary studies based on the specific of literary material”. Para Jakobson, todos los actos de habla participan de seis funciones de la lengua, entre las cuales destaca la función poética; dice que la poética es lo que diferencia a la literatura de los demás actos de habla, estableciendo así un sistema de oposición entre los actos comunes de habla y los actos poéticos. Más adelante se conformó el Estructuralismo de Praga, evolución directa del Formalismo; los miembros del círculo de Praga descubrieron que el modelo poético de oposición del lenguaje era aplicable en la poesía, más no en la prosa.

            En el terreno de la prosa, fue Propp quien vislumbró los más grandes avances estructuralistas, pues clasificó treinta y seis funciones narrativas en la prosa. Greimas clasifica a los actants y actors como categorías independientes; también habla sobre el principio de redundancia que permea la experiencia literaria. Roland Barthes escribe que todo lo que aparece en un texto es infinitamente connotativo; lo que Barthes intenta ilustrar es esa idea Pierceana de que los signos sólo pueden ser interpretados por el uso de otros signos, que a su vez necesitarán de interpretación.

            Nos relata Sturrock que la crítica más aguda del estructuralismo fue propuesta por Jacques Derrida, quién es considerado el más influyente post-estructuralista. Sin embargo, la idea de post-estructuralismo no presupone la muerte del estructuralismo, es sólo un crítica que a veces voltea los argumentos del estructuralismo en su contra, busca sus puntos débiles y los expone; esta doctrina Derridiana también es conocida como “deconstruccionismo”. Dice Sturrock: “Derrida’s ambitions are to dismantle the whole system of Western thought since time of Plato, because he believes it has been led a stray by its reprehensible failure to grasp the nature of language and meaning”.

            Las aportaciones más importantes de Derrida referidas en este libro son: su desacuerdo con la metafísica de la presencia, según la cual la presencia antecede a la significación; identifica también el proceso que él llama différance, que postula que un signo nunca es un evento, pues los eventos son irrepetibles y una característica de los signos es que se puedan repetir. Dos son los reproches fundamentales de Derrida a Saussure que se exponen en el libro: por un lado, critica el modelo sincrónico de estudio Saussureano de la lengua, pues dice que todo análisis en el espacio debe ser un análisis temporal también; por otro lado, critica el llamado “fonocentrismo” del estudio de Saussure, donde encumbra el lenguaje hablado sobre el escrito. Además, Derrida identifica la función indicativa y la función expresiva de la literatura; dice que todo texto literario, sin ser leído, posee características indicativas, pero al momento de ser leído mutan sus características a expresivas: “The Reading process endows signs with expressivity”.

            Los conceptos Derrideanos se extienden en el libro con el de “diseminación”, que se postula en contra de las paradójicas prácticas estructuralistas de intentar encontrar el centro de una estructura. Otro concepto explicado en el libro es el de “betweenness”, que se opone a la teoría estructuralista de Jakobson y Levi-Strauss sobre los binarios opuestos. El libro asesta una crítica al post-estructuralismo, en especial al Derridiano, y deja la pregunta abierta sobre si el deconstruccionismo se puede deconstruir a sí mismo.

Libro completo en inglés


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